Versos póstumos

 

Versos póstumos

 

No me hagan homenajes post mortem

ni cuelguen flores rodeando el féretro

humilde, que cobije mi cadáver.

Que nadie blasfeme en el responso:

"yo la conocía y era buena"

ni lleguen amores misteriosos

como diabólica niebla al lecho.

 

No permitas que rompan a llorar

los que hacen canciones y películas,

las comadres flojas y los perros.

Que eviten los lugares comunes

por donde viaja la noche de la hipocresía.

 

Quiero hoy las caricias y los besos,

la cara mojada por la lluvia

al amparo de un abrazo de amigo,

la sonrisa del antiguo cliente

de mis versos de cristal poroso.

Que se guarden sus premios y elogios,

los retratos con sangre en las camisetas,

el nombre de una calle cortada,

y los llaveros del fiel cancerbero.

No admitas palabras de réquiem,

preciosas palabras de aplauso universitario.

Que se pudran en revelaciones de la secta.

Dejen lejos de mi tumba feliz

las temibles críticas leguleyas.

 

Si por descuido evocan mi nombre

no te fíes de mi hondo silencio

abandonado a una mejor vida,

quiébrales las piernas sin asco

ni violencias, querido compañero,

hijo de mis entrañas, discípulo

de mi falta de clase, porque si

lo permitieras, cómplice amado,

volvería en una tempestuosa nube negra

a cagarme en tu puta madre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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