Canciones, mariposas y enciclopedias
Canciones,
mariposas y enciclopedias
A LGM
Cuando digo canción, digo la noche
que me perturba siempre que estoy triste
de grave realidad.
Habita en soledades contingentes
un mundo en que mezquinos y malvados
no piensan compartir
la provecta canasta de avaricia
ni el goce insobornable de sus
ensoñaciones.
Los impulsos gregarios de la raza
no fingen el descuadre:
La existencia confunde melodías y rimas.
La nostalgia es un juego desalmado.
Quitarte de mi mente es acercarme
al extenuante vicio de pensarte,
coquetear con astucia,
remar contracorriente
y andar buscando el beso trotamundos,
que quiera reposar en una cama
con nombre de mujer y de perfume.
Se dice que la música acompaña
nómades corazones,
y sea quizás cierto.
Tiene imanes.
Me apercibe que no debo mentarte,
me saca de contexto
hasta volver a sonreír sin culpa.
Los ritmos son acaso alguna esclusa
del golpe recibido
y el insomnio es feliz en su suicidio
de antiguos sacramentos
por pecados veniales.
El cadáver no miente ni se esconde
rozando húmedas pieles
que viajan en carrozas con escudos,
orladas de trofeos,
aliviando el dolor de madrugada.
Huyen las pródigas enciclopedias
quemando las banderas de un corsé
con vainicas, cinceles y armaduras,
y aun así, perdidosas de futuro,
desnudan nuestros ímpetus fervientes.
No creo que sospeches,
que estos versos medidos con recato
de pasamanería
pertenezcan al círculo de tiza
de aquellas mariposas de jardines
que se bordan en blanco, en las pinturas
de láminas echadas al olvido
que arredra su carrera pavorosa.
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