Dios está en todas partes, pero hay que ayudarlo
Dios
está en todas partes, pero hay que ayudarlo
No soy la única víctima de perversos
mercenarios.
Tampoco fui la primera.
Juro que voy a conseguir Justicia a la
criolla,
como se hace con la mafia:
A pura guapeza.
Sin tribunales ni cartas documento.
Voy a molestar a sus familias,
a sus vecinos,
a los Jueces de las Cortes,
al guanaco de la esquina,
al periodismo encubridor,
a los gatos que andan maullando detrás de
mi ventana,
al ejército completo del Subcomandante
Marcos,
del Gauchito Gil y de difuntas Correas,
fabricados oportunamente
para beneplácito de tiranos absolutistas,
usurpadores de la tierra de los pobres,
por los sabios del protocolo,
con objeto de calmar la ira de los pueblos
brindando una falsa esperanza,
vestida toscamente como santo de fajina.
Me enfrentaré a jugadores de pelota y
millonarios,
-cruz y raya-
a toreros del ruedo y a argentinitos
cómplices
que andan pululando por el país y el mundo,
con cara de yonofui,
al
final vo disfrutaba,
agradecé
lo que tené,
no te
quejé, hijaeputa,
que
igual no te vamo a da nada,
y que
no te matamo, aunque toavía podamo hacelo.
Voy a incendiar París, si hiciera falta,
-porque Siempre
nos quedará París,
que era una fiesta
inolvidable de pantera rosa-.
Voy a inundar el Océano Pacífico
y El Tigre.
Inventaré fuerzas como una Silvia Plath
del subdesarrollo
-superiores, paranormales y telepáticas –,
sin meter la cabeza en el horno,
echando lava por la boca,
para vencer a la hidra de seis cabezas
con socios miserables
y tentáculos entumecidos por decretos
que causan la discordia universal
con su manzana envenenada.
Perdón por la inmodestia,
pero más de un ateo
se convertirá al postecumenismo tardío
que predico,
rezará las consignas de la liberación;
y Dios nos estará mirando entre las
hendijas,
meándose de risa,
condescendiente ante un pasado
de tamaña estupidez humana.
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