Mucilaginosa

 

Mucilaginosa

 

Una vez llegamos a la Tierra de Nadie.

Mucilaginosa.

Nos precipitamos en la carretera

para ser los primeros.

Nos estaban esperando.

 

Éramos más del montón

de aguafiestas que no pueden quererse

si no es bajo la llama de la belleza

y un terror acidulado que los espanta.

 

Afortunadas criaturas,

falsas y rubicundas,

nos rodeaban sonrientemente histéricas.

 

Señores verbosos y locuaces.

como políticos en elecciones partidarias

nos abrumaron con discursos

tan perentorios como inevitables.

 

La Tierra de Nadie,

¡cuánta angustia edulcorada!

era la tierra de todos

menos de Nosotros.

 

Mundo perdido entre nubes

de humo gris,

sin celeste en su cielo indecoroso.

 

Todos repiten a coro:

Una imagen vale más que mil palabras.

Y, sin embargo, desconocen la querencia

de una aurora en silencio.

 

Frías y distantes esculturas del siglo

van anegando la pista peatonal

con clisés indignos del pensamiento.

Luego... no existen

 

Y lo escandalosamente irritante

y brutal

es que no les importa esa no-vida.

No les mueve un hueso

el desamor que los habita.

 

Son perros de la lluvia

como cantaba Tom Waits

antes de acabar

con su alma y la mía.

 

Escapar sería impiadoso.

Quedarse es insoportable.

 

No nos resta más que la esperanza

de soñar que un Nadie,

anytime,

en el azul de un blues

imaginario,

dará a Luz un Alguien

que hará renacer la Utopía,

desde el caudal umbrío en la mudanza

de esqueléticas vértebras vencidas.

 

 

 

 

 

 

 

 


Comentarios

Entradas más populares de este blog

El arte existe porque hay otros

Canciones, mariposas y enciclopedias

Vallejiana