Vallejiana Un ciego que ha perdido el autobús se queja del calor en pleno invierno de su traje azul furioso; incandescente se reúne con sordos contra una fidelísima posada secular y no acierta el camino del pájaro espasmódico. Si lo ves preguntarse hacia qué punto se dirigen las ratas de la ciencia, paupérrima de ideas florecientes, te olvidas de su nombre y el amor no está aquí para converger su fisura vacante de estadísticas. Quizá, si desnudara la condición de fuerza virgen de su serpiente interna y perfumada con huellas subvertidas en el vino su angustiosa materia, su hedionda tentativa de visión inconsolable sería un individuo hecho de carne y mirada eficaz. Y de tanto feliz significado fuera tal vez, un hombre. Tal vez, santo. ¿Dónde irá a parar el orden de la cifra que apenas contemplamos? ¿En qué recinto gris de lo salvaje radica la ganancia su promesa? ¿Habrá un turbio di...
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